Nuevo capítulo de Leah y compañía

Ya está disponible otra entrega más del webcómic Leah y compañía. Nuevas aventuras de Leah, Alex y Trisha os esperan en este capítulo, que es el tercero.

Número 3. ENCUENTROS

SADFASD

 

 

Además, os dejo la preciosa portada de las divertidas aventuras de las protas.

Portada

Primer capítulo de Crónicas de Sombras. Los Condenados

Y hoy os dejo el primer capítulo de Crónicas de Sombras. Los condenados, en breve a la venta.

Espero que os guste.

Crónicas 2

1

Dos años después.
16 de febrero.

La nieve era bastante intensa a primera hora de la mañana en Crow´s Mouth; hacía días que un temporal había sacudido la ciudad, pero ahora por fin, el sol había vuelto a brillar, algo que Krista Lennox agradecía eternamente. En compañía de su mejor amiga, Dilan Dupree, caminaba por un curvado sendero que llegaba hasta la entrada del edificio de conferencias de la Universidad.
—¡No puedo creer que el temporal haya terminado! —exclamó Dilan—. Por un momento pensé que la conferencia sería cancelada.
—Eso hubiera sido una faena —respondió Krista ojeando un panfleto donde se explicaban todos los temas que trataría el profesor Darion Stahl—. Hace semanas que deseo tener la oportunidad de escuchar al profesor Stahl. No sólo nos hablará sobre literatura clásica y moderna sino que ha incluido en sus charlas un temario sobre literatura paranormal. —Al decir esto Krista no pudo evitar soltar una carcajada—. Sinceramente D, tengo curiosidad de si ese hombre tiene algún conocimiento real sobre lo paranormal o sólo es un tipejo que quiere sacar tajada de este tema.
—Bueno, si es así, ambas lo descubriremos. ¿Quién mejor que nosotras para saber si realmente conoce de lo que habla? Nada más ni menos que una cazadora de entes paranormales y una sombra.
—También espero no llevarme ninguna desilusión. He oído que el profesor es todo labia, sabe cómo ganarse la simpatía de todos y que no hay mujer que no suspire por él.
—Hm… —añadió Dilan pensativa—. Sabes que los bravucones me ponen nerviosa.
—¿En serio? —preguntó Krista divertida—. Creo recordar que Nick era bastante bravucón cuando lo conociste y ahora miraos, os comportáis como una parejita feliz que pronto se pedirá la mano, emigrará a su nidito de amor y tendrán muchos hijos cazadores y hechiceros.
—¡Vale ya! —añadió Dilan divertida—. Nick y yo no somos de ese tipo de pareja.
—Ya… envíame un e-mail con la fecha del gran enlace.
Krista sonrió a su amiga y no pronunciaron más palabras.
Ninguna de las dos eran comunes y corrientes. No nacieron normales y nunca lo serían. Dilan era una joven que llevaba una doble vida; por las noches hacía rondas en compañía de otros cazadores evitando que criaturas paranormales causasen algún daño. Era ágil, atlética y se mantenía en buena forma. Tenía el cabello castaño, liso y le caía hasta los hombros. Poseía ojos grises, idénticos a los de su hermano Jake, su mellizo, el cual se dio por desaparecido tiempo atrás. Sobre Krista…, su vida era mucho más compleja. Era una sombra, un ente capaz de utilizar la oscuridad a su antojo y viajar a una dimensión alterna donde el mal residía. Ambas chicas estaban destinadas a ser enemigas, pero con el tiempo habían limado sus asperezas y habían encontrado una razón en común para luchar.

Una vez en el interior del edificio, las chicas siguieron al gentío hasta la primera planta. La segunda puerta a la izquierda era el aula elegida para la conferencia, así que entraron allí. El lugar contaba con una gran escalera que descendía hasta el final de la sala; en un tarima elevada unos centímetros había un gran escritorio y tras éste una pantalla. Tanto a derecha como a izquierda de las escaleras había una decena de asientos que los asistentes fueron tomando.
Krista y Dilan se sentaron casi al final de la sala, desde donde sin duda verían mucho mejor la pantalla donde el profesor sería reflejado. Y tras unos minutos de espera, Darion Stahl hizo acto de presencia. Era un hombre joven, que probablemente rozase la treintena. Era muy alto y bastante delgado. Lucía una graciosa melena anaranjada llena de algunas hondas pero lo que más llamó la atención a Krista fueron sus ojos azules, tan cristalinos que parecían trasparentes. Inevitablemente, turbios recuerdo sacudieron a su mente.
—¿Estás bien? —inquirió Dilan al notar como las manos de su amiga se habían tensado—. No he notado nada raro…, no estarás pensando que quizás este tipo hablará de lo paranormal porque para él el tema no es tan desconocido como nosotras creeríamos.
—Tranquila, no es nada. Escuchemos lo que tiene que decir.
—Buenos días a todos —comenzó Darion—. Antes de nada, os quiero dar las gracias por asistir a la primera conferencia que imparto en vuestra Universidad. Espero que esta no sea mi última visita y vuestro decano me invite en otras ocasiones.
Risas acompañaron las palabras del hombre y algunos comentarios que a Krista y a Dilan les parecieron inapropiados. Es cierto que Darion era atractivo, pero estaba de más las frases con las que algunas mujeres le obsequiaron.
—Me alegra saber que soy bienvenido —expresó el profesor—. Durante las siguientes horas hablaremos y debatiremos sobre literatura. Analizaremos las estrofas de obras muy conocidas e incluso nos adentraremos en las mentes de sus autores.
»Gracias a las palabras podemos llegar a conocer a una persona e incluso descifrar los muchos ideales y pensamientos que los escritores plasmaron en la antigüedad. Pero los tiempos han cambiado y un género que me ha atraído especialmente es aquel que se le califica como “paranormal”. Es cierto que la censura ha desaparecido, pero incluso hoy en día a veces debemos seguir ocultando secretos y la mejor manera de liberarlos es a través de las letras. ¿Hay mensajes en muchas de las novelas que hoy devoramos como simple literatura de entretenimiento? ¿Creéis que como en la antigüedad, muchos querían hacer llegar a otros ciertos mensajes?
Inevitablemente las dos chicas se miraron. Ellas sabían a lo que se refería Darion, pues muchos de esos libros que él citaba escondían una gran verdad, como el secreto que ellas intentaban mantener oculto sobre su identidad.
—Pero profesor —le interrumpió un joven sentado a primera fila—. ¿Acaso está insinuando que criaturas como brujas o vampiros existen? Perdone mis palabras, pero eso me parece una gilipollez.
—Sabía que iríais a lo más básico. Puede que esas criaturas escondan algo más y en realidad hagan alusión a algo que sí existe en nuestro mundo como organizaciones secretas, por ejemplo.
El murmullo de alumnos resonó en la sala, admitiendo que eso tenía más sentido.
—Mi función es haceros ver que tras mucha de la literatura que cae en nuestras manos, se esconden secretos que pueden permitirnos alcanzar una vida mejor o…, incluso hallar la muerte.
Un extraño cantar hizo que Krista desviara la mente de la entretenida conferencia y apartara la mirada a la derecha, hacia un ventanal. Los árboles se mostraban nevados y en las ramas de éstos vio un pájaro que le llamó la atención, pues en un principio pensó que era un cuervo, debido a su plumaje negro. Sin embargo, estaba equivocada. Era un fénix oscuro; un pájaro extinto hacía miles de años pero que algunos de sus enemigos habían aprendido a invocar.
Alterada volvió la vista al frente, pero todo su entorno había cambiado. La sala seguía igual pero la luz del día ya no se filtraba por las ventanas sino que había sido sustituida por una débil niebla. Los alumnos, Dilan y el profesor, todos, habían desaparecido.
De repente el fénix hizo trizas el cristal; cruzó la ventana y se lanzó contra Krista. El ataque pilló tan de improviso a la muchacha que no evitó los picotazos que el ave le causó en parte del brazo derecho.
Hastiada de dar manotazos sin lograr liberarse de su enemigo, Krista invocó su magia. Es cierto que era una sombra, que su poder era oscuro, pero lo que muy pocos sabían es que era la princesa de las sombras y su poder iba mucho más allá de la oscuridad.
Los dedos de su mano derecha comenzaron a brillar como si de pequeñas antorchas se tratasen para acabar en pequeñas llamas que volaron en dirección al fénix. El ave lanzó un lastimero gemido; Krista sabía que el fuego no le causaría ningún daño y era lo que pretendía, pues deseaba encontrar a la persona que había invocado tal ente. Liberada del pájaro, Krista se puso en pie y de repente sintió que el aire le faltaba, que caía por un gran agujero y que nada a su alrededor tenía sentido.
Tras rendirse a la terrible sensación, abrió los ojos. Volvía a estar de nuevo en clase y al parecer el profesor Darion llevaba tiempo hablando.
—Coincido contigo en que la literatura clásica no es de mis temas favoritos, la charla de hace unos minutos era mucho más interesante. Pero creo que hemos esperado mucho esta conferencia para que ahora te quedes dormida, ¿no crees? —ironizó Dilan.
—¿Me he quedado dormida? —tartamudeó la princesa, algo confusa. Juraría que había sido llevada al mundo de las sombras o eso le parecía. Las picaduras del ave habían sido muy reales—. Pero si he viajado…
Dilan miró a Krista confusa por sus palabras, observando cómo no dejaba de masajearse el brazo.
—Kris…, estás sangrando —susurró tomándola del brazo delicadamente y poniéndola en pie—. Tenemos que ir al baño…
Las chicas abandonaron la sala todo lo despacio que pudieron para no llamar la atención y una vez en el pasillo anduvieron apresuradamente hasta llegar al aseo de señoras.
Mientras Dilan se aseguraba de que nadie más ocupase el baño, Krista se quitó el jersey blanco que había elegido esa mañana quedándose únicamente en camisa de tirantes. Cuál fue su sorpresa al ver algunas marcas de picos, aunque más le horrorizó descubrir un pequeño humo dorado que surgía de las heridas y desaparecía al instante.
—Creo que debo llamar a Nick, esto no es normal. Él debe curarte las heridas. Yo…, nunca he visto nada de esto. Algo está saliendo de tu interior.
—Nick no podrá hacer nada —confirmó Krista con voz firme a la vez que su mano derecha volvía a brillar como si de fuego se tratase. Es más, los dedos de la princesa estaban tan rojos como las llamas del infierno—. Cuando él llegue puede que esté demasiado débil —Hizo una breve pausa—. D, otra sombra está absorbiendo mi poder y tengo que sellarlo antes de que sea demasiado tarde. Aunque te parezca raro lo que voy a hacer, no me detengas. Créeme, sé muy bien lo que hago y por favor, no te asustes, te necesito a mi lado.
Y antes de permitir a su amiga pronunciar palabra, posó sus llameantes dedos sobre las marcas. Éstos actuaron como si de pequeñas antorchas se tratase, logrando cerrar la herida. Las piernas comenzaron a temblarle ligeramente y hubiera caído al suelo si no hubiera sido por Dilan. La cazadora acompañó a su amiga hasta uno de los retretes donde tomó asiento mientras se recuperaba.
—Todo estaba demasiado tranquilo —dijo Dilan observando el brazo de su amiga—. Llevábamos meses sin que nada nos alterase y de repente hoy eres atacada por una sombra, tú, que en realidad eres una sombra. No lo entiendo, Kris, ¿por qué te atacaría otro de los tuyos? ¿Será porque los has traicionado y ahora luchas con nosotros?
—Es posible, D, aunque puede que eso no tenga nada que ver. En ocasiones las sombras nos atacamos mutuamente para absorber la magia del otro y seguir sobreviviendo. Es muy propio de aquellos que pasan más tiempo en este lado que en el mundo de las sombras.
—Que mezquindad —gruñó Dilan—. Espera aquí unos segundos, voy a por una botella de agua. Tienes aspecto de estar sedienta.
Krista aprovechó estar en soledad para tomar su teléfono móvil y llamar a Russel. Su amigo hacía tiempo que se había marchado en una misión de la que no le dijo nada, pero esperaba que, a pesar de seguir a las órdenes de su padre, aún tuviera tiempo para atenderla. Lo llamó, pero tal como esperaba le saltó el mensaje del contestador.
—Maldita sea Russel, si vuelvo a escuchar otra vez el estúpido mensaje que tienes grabado en tu contestador te juro que te corto la lengua —gritó, desahogándose de esa manera por lo sucedido. Ya más serena, prosiguió—. Escucha Rus, he vivido un acontecimiento un poco peculiar que me ha desconcertado…, he sido atacada por un fénix oscuro y sólo recuerdo a una persona capaz de invocarlo y la verdad es que llegué a pensar que él había muerto. Por favor, sé que tú lo sabes todo. Llámame y dime lo que sabes…
Entonces se interrumpió. El chirriar de un cristal le puso los pelos de punta, por lo que salió del pequeño cubículo y avanzó hasta el espejo que decoraba parte del baño. Allí se vio reflejada. No tenía buen aspecto; estaba más pálida de lo habitual, lo cual hacía sobresaltar sus ojos dorados y su cabello anaranjado, que le caía en suaves hondas hasta sus hombros. De repente vio su imagen partida. El vidrio había comenzado a fragmentarse, pero no de forma normal. Unas extrañas letras estaban apareciendo en él.

Sólo el resquebrajar de unos cristales logró que Nicholas sacara la cabeza del motor de su vehículo. El hechicero estaba en un taller mecánico, a las afueras de la ciudad, donde había llevado su clásico rojo para una pequeña revisión. Miró la luna de su coche; el sonido provenía de ahí, pero no vio nada.
—Tendré la pieza mañana a primera hora —dijo Rick, un hombre bonachón de más de cuarenta años que trabajaba en ese taller desde que era un adolescente—. Pero no te inquietes, puedes conducir sin que te suceda nada. Tranquilo, Nicholas, nada va a hacer que se vaya al garete.
—Gracias Rick, vendré mañana.
Nicholas bajó el capó, subió al vehículo y tras ponerse en marcha condujo dirección a la ciudad. En ese instante sonó el teléfono móvil. Era Dilan quien llamaba y tras accionar el manos libres, atendió su llamada.
—Dime preciosa, ¿qué tal la conferencia? ¿Te aburres y quieres que pasemos un rato divertido en tu habitación hasta que vuelva Krista?
—Oye Nick, ha pasado algo.
Sus palabras alertaron al hechicero y se puso más tenso cuando volvió a escuchar el sonido de un cristal haciéndose pedazos. En esta ocasión sí vio como la luna del vehículo era cruzada por una pequeña línea, como si algo la estuviera arañando.
—No sé qué ha sucedido, es difícil de explicar, pero algo ha atacado a Krista. Yo estaba con ella; de repente cayó dormida, como si fuera llevada a otro lugar y cuando despertó estaba herida.
—Tranquila Dilan, voy para allá. Mantén la calma e id a un espacio abierto. Allí estaréis más seguras. ¡Joder! —gritó Nicholas repentinamente. La línea del cristal se había extendido con rapidez llegando a formar unas palabras que le sobrecogieron.

Estás muerto

Leyó. La luna explotó. Nick perdió el control del vehículo y acabó estancado en una cuneta.
—Nick, Nick —gritó Dilan.
—Tranquila, nena, estoy bien —mintió. Algunos trozos de vidrios le habían provocado unos cortes en la cara, pero no eran nada grave—. Me temo que vas a tener que recogerme. Las placas de hielo me han hecho perder el control y me encuentro en una cuneta.
—De acuerdo, en unos minutos estaré ahí.
Tras facilitarle la dirección a Dilan, Nicholas observó los desperfectos de su vehículo. Sin duda eran graves y el motor no dejaba de echar humo, pero no le importaba. Ahora todos sus pensamientos estaban centrados en averiguar qué demonios había sido el mensaje del cristal.

Cuando la puerta del baño se abrió apresuradamente, Krista apartó la vista del espejo y miró a la entrada. Respiró con tranquilidad al descubrir que era Dilan.
—Nicholas ha tenido un accidente con el vehículo y me ha pedido que vayamos a recogerlo, si te ves con fuerzas —le dijo ofreciéndole la botella de agua—. O puedo acompañarte a nuestra habitación y después ir a buscarlo.
—Tranquila, D. Respira hondo. Lo que me ha pasado no es tan raro, así que cálmate. Recuerda que las sombras son unas profesionales alterándonos y cuando eso te pasa, tus fuerzas flaquean.
—Lo sé, lo sé —añadió respirando hondo—. Me había hecho a la idea de que las batallas habían cesado.
—Vayamos en busca de Nick. Te prometo que si considero grave lo que está pasando se lo notificaré a tu padre. Somos un equipo, D, ya no volveremos a trabajar solas. Ninguna de las dos.
La cazadora asintió. Tomó las pertenencias de su amiga y cuando se dispusieron a marcharse, la mirada de ambas fue al espejo. Una decena de grietas comenzaron a moverse por él, como si de gusanos se tratasen e intentaban trasmitir un mensaje. Con esfuerzo, las chicas leyeron:

Os atraparemos

Tras la desconcertante amenaza, el espejo se hizo pedazos y estos cayeron sobre los lavabos.
Krista y Dilan se acercaron a los pedazos con la esperanza de encontrar en estos alguna respuesta de lo sucedido hacía un instante. Necesitaban una prueba de que lo vivido había sido real y no una pesadilla. Sin embargo, no encontraron ninguna letra. Pero había algo más en los cristales; algo se agitaba en uno de ellos y con sorpresa observaron un enorme ojo de color amarillo que las observaba.
Entonces lo comprendieron. No estaban solas. En realidad nunca lo habían estado, pero ahora sería mucho peor.

Segundo fragmento de Crónicas de Sombras. Los condenados

Os dejo otro fragmento más. El primer capítulo lo publicaré el jueves.

Espero que os guste.

Crónicas 2

Tales palabras provocaron que el corazón de Briseida latiera intensamente. E incluso durante un segundo deseó darles la espalda y retroceder a esa mañana, cuando cada vez que se internaba en el mundo de las sombras sólo debía preocuparse de su vida.
Pero ya no había vuelta atrás.
Una gran responsabilidad recaía sobre sus hombros, pero Adrien era un hechicero, como ella, y sentía la necesidad de ayudarlo. Sobre Krista…, quizás le recordase a Nicholas, su hermano, de ahí su deseo por ayudarla.
Una vez Adrien se aseguró de que Briseida estuviera preparada, se dirigió a Krista.
—No hagas que me arrepienta de mi decisión. Aunque no es grato ser prisionero de tu gente, al menos seguía viviendo.
Por un instante, Krista dudó. Podía seguir adelante, correr, llegar al mundo real e intentar huir, aunque sabía que tarde o temprano acabaría siendo encontrada. Temía poner en juego la vida de Adrien. Sin embargo, cuando a pocos metros de ella escuchó la voz de Eleazar, dejó de dudar.
—¡Empecemos! —ordenó—. Se nos van a echar encima y entonces serán ellos quienes te maten.
Hechicero y princesa intercambiaron una mirada de complicidad. Sabían lo que debían hacer: tenían que herirse si de verdad deseaban que su idea funcionase a la perfección.
Aguardaron y cuando escucharon más jaleo, actuaron.
Las manos de Adrien proyectaron esferas tan rojas como el fuego, que retuvo en sus manos unos segundos.
Mientras, Krista proyectó tras ella varios látigos oscuros, rodeados de energía electrizante, que como serpientes volaron en dirección al joven.
Adrien no detuvo más su magia y la lanzó contra la princesa. Ambas energías se estrellaron provocando un duelo entre ambas, algo que la pareja deseaba. En ocasiones la magia de Krista le comía terreno al poder de Adrien, mientras que en otros momentos era todo lo contrario. Sólo esperaban el momento oportuno. Ambos se rendirían, ambos recibirían el impacto y entonces sería el turno de Briseida.
Y el momento de rendirse había llegado.
Tanto Krista como Adrien vieron que su duelo había sido descubierto. Eleazar, el prometido de Krista y mano derecha del rey, encabezaba un grupo de guerreros. No era la única cara conocida por Krista, ya que Russel también les acompañaba.
Una punzada de tristeza aguijoneó el corazón de la princesa. Sentía hacer sufrir a Russel. Era su mejor amigo, pero debía seguir con su vida.
Y tras un intercambio de miradas, la pareja pasó a la acción. Dejaron de ofrecer resistencia. Toda la magia de Adrien fue derecha a Krista y la de la princesa hacia el hechicero. Sin embargo, no contaban con la intromisión de Eleazar. El grito de desesperación de éste fue doloroso y su rabia se manifestó en una gran esfera dorada que voló hacia Adrien. El muchacho no estaba preparado para ello y no sólo recibió la magia de Krista, sino también la del guerrero.

La princesa cayó al suelo cuando el poder de Adrien le golpeó. Sintió la cabeza mareada; la nariz le sangraba, y el brazo derecho, aquel que se había llevado la mayor parte del impacto, le dolía terriblemente.
Sólo esperaba que todo el sufrimiento hubiera valido la pena.

El ataque del guersom pilló por sorpresa a Briseida, que así actuó con rapidez e invocó el hechizo. Feliz, contempló que surtía efecto; junto a Krista se manifestó otro cuerpo idéntico al de ella, que al cabo de unos segundos se trasformó en cenizas. Sin embargo, no sucedía lo mismo con Adrien. El conjuro no había funcionado con él y eso sólo podía significar una cosa: ¡Estaba muerto!

Malherido, el hermano menor de Adrien llegó a la zona de la catástrofe. Le había prometido a Adrien que le ayudaría, que entretendría a los guerreros a cambio de que él salvase su vida. Con horror descubría que el plan de Adrien no había funcionado y sólo la chica pelirroja había logrado salvar su vida.

Briseida conjuró la invisibilidad sobre ella y Krista y una vez llegó junto a la princesa, la tomó de la mano, y sin decir palabra, se alejaron del lugar. Aun así, la mirada de Krista estaba fija en Russel. Su amigo lloraba sobre sus cenizas, las cuales tomaba en sus manos, mientras que su prometido golpeaba sin cesar el cuerpo inerte de Adrien.
Una vez las chicas se alejaron lo suficiente, cayeron al suelo descorazonadas. No podían creer que Adrien hubiera muerto; si no hubiera sido por Eleazar, por su intervención, ahora sería libre.
—¡Cómo he podido fallar! —se lamentó Briseida—. Estaba escondida, debía haber visto el ataque de Eleazar, debía haberlo parado. Adrien puso su vida en mis manos —añadió mirando a Krista. La princesa la rodeó por los hombros para darle ánimo—. Ha muerto por mi culpa.
—Eso no es cierto. Los tres asumimos riesgos. Los tres sabíamos que las cosas podían salir mal. Escúchame, hechicera, no ha sido culpa tuya.
Briseida era incapaz de hablar. En respuesta únicamente sollozó y recibió más consuelo por parte de Krista, hasta que estuvo más calmada.
—Su hermano, debemos decírselo a su hermano —dijo la hechicera.
Un resquebrar de las ramas las alarmó. Ambas se pusieron en pie. El desconocido estaba a pocos metros de ellas; cabizbajo, malherido y sin dejar de sujetarse el brazo derecho.
—¡Lo siento! —se disculpó Krista—. Nunca tuve intención de que tu hermano falleciera, de veras que lo siento.
—Su alma llevaba condenada desde que nació. He hecho cuanto ha estado en mi mano para liberarlo, pero no se puede luchar contra el destino —les hizo saber. Retrocedió sobre sus pasos y se detuvo cuando escuchó las palabras de Briseida.
—Lo he intentado, te lo juro. No lo vi venir…, no vi el ataque de Eleazar. Lo siento muchísimo —añadió entrecortadamente—. Entenderé que me odies, que quieras cobrarte mi vida por la suya. Soy una hechicera penosa.
Cuando el muchacho se giró, vio a una chica delgada, descompuesta por la angustia y con las mejillas, antes sonrojadas, cubiertas de lágrimas.
—Tranquila hechicera, la vida de Adrien había llegado a su fin hace mucho tiempo. Marchad antes de que os apresen.
Krista no se entretuvo más. Abrió la puerta que separaba el mundo de las sombras del real y junto a Briseida, la cruzó. Volvieron a aparecer en el mismo lugar, con la misma apariencia, pero la extraña neblina que cubría el mundo de las sombras no envolvía el mundo real.
—¿Estarás bien? —se interesó Briseida al ver la expresión de Krista, que lo observaba todo como si fuera lo más bello visto nunca—. Estás malherida. Me hospedo en una residencia de estudiantes. No está muy lejos de aquí…
—Sabes que es peligroso que sombras y hechiceros estén juntos. Te agradezco que me hayas ayudado, estaré siempre en deuda contigo, pero no todos son como tú. Vete tranquila, estaré bien —sonrió y le tendió la mano a la chica—. No me has dicho tu nombre.
—Soy Briseida…
—Cuídate mucho, Briseida —Hizo una breve pausa—. Me llamo Krista Lennox —al decir su apellido, un cosquilleo le recorrió de pies a cabeza. Era su nueva identidad. Por fin había rehusado del apellido de su familia—. ¡Ten mucho cuidado!
Ambas chicas se despidieron. Ninguna de las dos imaginaba que sus acciones les perseguirían de por vida, como un fantasma que nunca descansa. Tampoco podían sospechar que sus destinos estaban unidos.

Un fragmento de Crónicas de Sombras. Los condenados

Hoy os dejo un fragmento de la introducción de Crónicas de Sombras. Los condenados, que se publica esta primavera de la mano de Alberto Santos Editor. Durante los siguientes días os dejaré más trozos de la introducción y el primer capítulo.

Espero que os guste.

Crónicas 2

Introducción

Había llegado el momento. Ya no podía aguantar más.
Krista estaba más que cansada de vivir al otro lado, aunque realmente lo que más le atormentaba era la presencia de Eleazar y sus malas maneras. Había aguantado muchos años y era el momento de escapar.
El guersom había salido de copas con unos amigos hacías unas horas y aún tardaría en regresar. Era ahora o nunca. Aún le dolía la cara tras la última bofetada y sus brazos lucían varios moratones.
No obstante, no iba a ser fácil escapar de la guardia de su padre. Tendría que salir de la vivienda por el sótano. Sólo esperaba que los hombres de Eleazar la dejasen estar a solas unos minutos.

Como cada día, Briseida volvía a visitar el otro lado. Iba cubierta con una capa y manejaba su espada con gran maestría. Desde hacía tiempo había tomado por costumbre allanar los terrenos de sus enemigos, acabar con ellos y liberar a todos sus presos.
Y hoy era un día más.
Afortunadamente para ella y gracias a que siempre estaba de viaje, había sido capaz de ocultar a su familia lo que hacía. Llevaba varios días en Los Ángeles y hoy se había armado de valor para visitar el otro lado desde su visita en la gran ciudad.
Tras inspeccionar la playa, donde encontró a algunos de sus enemigos, los siguió hasta una casa muy bien protegida. Sin duda debían de ocultar algo, además de prisioneros.
Presurosa, avanzó hacia la vivienda. Tres guersom custodiaban la puerta. Eran demasiados. No podía enfrentarse a ellos sin arriesgarse a ser herida. Quizás allanar Los Ángeles no fuera buena idea y resultara mejor centrarse en pequeñas ciudades, como había hecho hasta ahora, donde como mucho se había encontrado algún guersom o un par de travsom jugando a ser mayores.
Y aunque odiaba rendirse, su vida era lo primero. Quizás más adelante podría descubrir qué ocultaba esa mansión. Sin embargo, cierto movimiento, no muy lejos de ella, captó su atención. No llegó a verlo con claridad, sólo acertó a distinguir que era un joven que iba armado con una espada mágica, como la de ella, la cual no estaba formada por metal, sino por energía pura tan fuerte como el diamante. Mientras que la de Briseida era azul, la del joven desprendía haces de luces verdes.
El desconocido no dudó, como hizo Briseida, sino que fue derecho a enfrentarse a los tres guersom. La muchacha decidió ayudarlo.

Tal como Krista se había imaginado, el pasillo estaba custodiado por varios guerreros. Por este motivo, no tuvo que cambiar de planes y fue a la habitación de su padre. Llamó y al no recibir respuesta, entró. Tal como suponía, no estaba; el rey era un hombre muy ocupado, pero su ausencia beneficiaba a la princesa.
Iba a huir, no sabía adónde, pero esperaba que nunca la encontrasen y necesitaba medios para ello. Presurosa, tomó asiento frente al escritorio de su progenitor y se introdujo en sus cuentas bancarias. Afortunadamente para ella, los reyes habían innovado con los tiempos y ya no guardaban sus fortunas en cajas acorazadas, sino que utilizaban los medios más comunes. Tras desembolsar una gran cantidad de dinero en una cuenta a su nueva identidad, regresó al pasillo.
Sin agachar la cabeza, fue derecha hacia los guerreros.
—Voy al sótano, a visitar a los prisioneros. Y no quiero que ninguno me acompañéis. Hace mucho que no pruebo mis habilidades con cazadores o hechiceros y temo perder agilidad.
—¡Como gustéis, mi señora!
Krista no tenía ninguna intención de enfrentarse a los pobres cazadores y hechiceros que para su mala fortuna habían sido capturados. Sin embargo, debía fingir que ésa era su intención.
Presurosa, bajó las escaleras hasta llegar a la entrada del sótano. No miró atrás, pero sintió la mirada fija de los guardias en la nuca. Sabía que tanto el rey como Eleazar les habían ordenado que la vigilasen, pero ninguno de los dos sabía que en esta ocasión haría lo que fuera por salir de su control. Ya fuera alcanzando su libertad o logrando el final de su tortura con la muerte.
Decidida, bajó las escaleras.
El sótano era muy amplio; paredes de ladrillo rojo lo decoraban, además de grilletes en las paredes. No le sorprendió encontrar a un joven esposado a la pared.
Sus ojos negros se posaron en ella y no hubo intercambio de palabras. Krista caminó hacia el final de la estancia, hacia una ventana con salida a un pequeño bosquecillo: su lugar de huida. Sin embargo, una vez levantó el cristal, escuchó bastante jaleo alrededor.
¡Estaban siendo atacados!
—Te propongo un trato —dijo la princesa dirigiéndose por primera vez al desconocido—. Yo te ayudo a salir de aquí si tú me ayudas a desaparecer de este lugar para siempre.
—¿Qué te hace pensar que quiero escapar? —inquirió el muchacho.
—¿Eres prisionero por propia voluntad? —preguntó Krista extrañada, aunque no permitió que el joven respondiera. Sus manos refulgieron pequeños rayos de color azul y como dos látigos llameantes cortaron las ataduras del prisionero—. Nadie que esté aquí por propia voluntad permanece atado. ¡Muévete! —ordenó la princesa—. Aprovecharemos todo este alboroto para escapar.
—Créeme, no hay nada que me gustaría más —respondió frotándose las muñecas—. Pero mi destino está unido a las sombras. Si escapo, mi familia lo pagará muy caro.
Krista lanzó un amargo suspiro. No conocía la vida del joven, pero imaginaba que si no podía escapar era por algún tipo de pacto. Quizá ambos podían beneficiarse de ello.
—¿Cómo te llamas?
—¡Adrien!
—Escucha, Adrien, soy una sombra, aunque imagino que eso ya lo has deducido. Necesito desaparecer y no me bastará con escapar. Eso lo he hecho incontables ocasiones y nunca ha funcionado. ¡Necesito que me ayudes a fingir mi propia muerte! Ambos fingiremos estar muertos y seremos libres.
Adrien tendió la mano a la princesa y aceptó el trato.

Briseida no intercambió palabra con el desconocido. Ni siquiera se miraron a los ojos o pudieron apreciar con claridad sus rasgos debido a la oscuridad, pero ambos sabían que luchaban por la misma causa. Y con las espaldas pegadas el uno al otro acabaron con todos los guersom sin ninguna complicación.
—¿Dónde vas? —preguntó la chica cuando el joven evitó la puerta de entrada y comenzó a rodear la vivienda—. Dentro habrá muchos más.
—Lo siento, pero hoy mi batalla no va contra esas cosas. He venido a liberar a mi hermano y bien puedes acompañarme o enfrentarte sola a los hombres del rey. Los dos sabemos que nuestra pequeña batalla no tardará en alarmarlos y enviarán a guerreros más poderosos.
La joven chasqueó la lengua molesta, pero siguió al desconocido. Muy a su pesar tenía razón. Cual fue la sorpresa de ambos cuando al llegar a la zona trasera de la vivienda encontraron a una pareja saliendo del sótano.
—¡Apártate de él, maldita sombra! —gritó el joven blandiendo su espada y señalando con ella a Krista—. Adrien, apártate de ella. He venido a rescatarte.
—No le hagas daño, ¡la necesito!
Briseida no entendía nada. Le hubiera gustado ver el rostro del joven con el que había compartido lucha, pero la capucha de la sudadera le cubría, impidiendo que le pusiera rostro al desconocido. Todo lo contrario a aquel que recibía el nombre de Adrien. Era alto, esbelto y muy fuerte. Nunca había visto unos ojos tan negros como los suyos, los cuales le provocaban escalofríos. El cabello también era oscuro y lo llevaba corto.
—¡Es una sombra! —gritó el desconocido—. Debemos librarnos de todas ellas.
Tanto Adrien como el muchacho se alejaron para hablar a solas y Briseida intercambió una mirada con Krista. La princesa jadeaba debido a los destellos que emitía su espada y puede que fueran los moratones que vio asomar en algunas zonas de su cuerpo o la mirada melancólica con la que le examinaba, pero sintió pena por ella e hizo desaparecer su arma con sólo desearlo. La gran espada que hacía un instante llevaba la hechicera, se trasformó en un cristal azul anudado a una cadena plateada que la chica envolvió alrededor de su muñeca derecha.
—Confío en no arrepentirme de mi decisión.
—Muchas gracias, te estaré eternamente agradecida —respondió Krista.
—Muy a mi pesar he descubierto que no todas las sombras sois seres horripilantes —respondió a la defensiva, a la vez que se cruzaba de brazos.
No obstante el momento de calma llegó a su fin cuando tres guerreros más corrieron en pos a la princesa.
—¡Largaos! —ordenó el joven—. Los entretendré el tiempo suficiente. La vida de mi hermano está en tus manos —añadió en dirección a Krista—. Los distraeré pero llevad a cabo el plan. ¡Os dejo la vida de Adrien en manos de las dos! Sombra y hechicera, cuidadlo —Briseida asintió y se juró que nunca olvidaría el fulgor dorado que emitieron los ojos del muchacho, los cuales llegó a atisbar en la oscuridad.
Las chicas asintieron, aunque Briseida no tenía mucha idea de lo que estaba sucediendo. Corrieron en dirección a Adrien y durante la corta carrera que les llevó alcanzar un llano, la princesa puso al día a Briseida. ¡Iban a fingir la muerte de ambos y la iban a necesitar a ella!
—¿Podrás hacerlo? —preguntó Adrien a Briseida, que permanecía escondida tras un matorral—. Cuando los dos nos enfrentemos, cuando nuestras energías se estrellen, conjura a la visión. Crea una alucinación. Nuestros cuerpos han de parecer muertos en el suelo. Unos segundos después, tendrás que convertirlos en cenizas, ¿de acuerdo? —Hizo una breve pausa, el tiempo suficiente para que Briseida comprendiera el conjuro—. Después de eso deberás engañar a nuestros enemigos, tendrás que volvernos a todos invisibles para que podamos escapar. Yo te echaré una mano.
—Estaré lista, puedes confiar en mí.
—Hechicera, dejo mi vida en tus manos y en la de la sombra. No hagas que me arrepienta de la decisión que he tomado…, es cierto que era esclavo de las sombras, pero al menos podía seguir con vida…

Premios Grada

Desde hace unos años la revista Grada otorgan premios a seis personas, empresas o instrucciones, etc EXTREMEÑAS por su labor realizada. Las categorías que optan al premio son las siguientes:
-Cultura.
-Ocio.
-Entretenimiento.
-Deporte.
-Empresa.

gradapremio
Como he dicho, es de ámbito extremeño y podéis expresar la persona, empresa, etc que os gustaría que recibiera el galardón en el siguiente correo: revista@grada.es
Este 2014 será la sexta vez que se organicen los premios y aunque yo sólo he asistido una vez, donde leí un relato, la experiencia fue muy grata y por supuesto conocí a muchos compañeros. Y espero que a esta sexta edición le sigan muchas más.

Revista Grada mes de marzo

Como cada mes, os informo de un nuevo número de Grada. La revista de marzo ya se está distribuyendo.

Sigo narrando la historia de las dos protagonistas, Dakota y Andrea; ambas se ven sumergidas en unos caóticos acontecimientos que sacuden la ciudad y parece enloquecer a la gente.

Esta es la tercera entrega y acabo de enviar la cuarta a la editorial. Estaré todo el 2014 con esta historia.

Cualquier duda que tengáis sobre la revista, visitad su página: AQUÍ.